[Ensayo]
Los españoles, que en los últimos tiempos han empezado a tomar buenas decisiones, le otorgaron el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades al filósofo y fenómeno editorial surcoreano radicado en Alemania, Byung-Chul Han. Y destaco lo de filósofo y éxito editorial porque no es común encontrar ambas cosas reunidas, aunque es cierto que los filósofos han comenzado a salir de su torre de marfil y empezado a pensar en función de lo único que verdaderamente importa: la vida misma. Y aunque Han es un autor de primera, que me ha calado en particular con su texto Vida contemplativa, hoy no es el momento para hablar de él.
Porque antes del filósofo del cansancio, la infoxicación y la rapidez, hubo otro que en definitiva pensó por la misma vía y con quien habrá de encontrarse Byung en el cielo de los filósofos, si es que tal cosa existe (Platón pensaba que sí). En mayo del 2023, al filósofo y embajador de las nobles acciones italiano Nuccio Ordine, se le concedió el mismo Premio Princesa de Asturias, pero como un castigo injustificado contra un sabio, no alcanzó a recibir su galardón: en mayo fue anunciado ganador, murió en junio y la ceremonia de entrega fue en octubre, igual a como será este año con Han. Ordine manifestó que recibir este reconocimiento tenía un doble valor afectivo por haberlo recibido primero que él otros maestros de la cultura como George Steiner y Umberto Eco, y «porque desde hace una década considero a España e Hispanoamérica como una segunda patria mía: aquí he encontrado muchos hermanos de armas en la batalla que estoy librando para defender la escuela y la universidad de la deriva mercantilista» (rtve.es, 2023). Ordine y Han son dos soldados del batallón anticapitalista, pero del arma de inteligencia, no de las ruidosas artillería o infantería.
Nuccio Ordine condensó todo su pensamiento y su crítica en un libro llamado La utilidad de lo inútil, cuyo título permite imaginar de qué va el asunto. El filósofo calabrés se propone defender todas las actividades humanas que tienen por fin en sí mismo la belleza de las artes, la satisfacción sencilla del saber y la vida frugal, en contra del gobierno despótico del utilitarismo y el capital, a partir de un conocimiento envidiable de los clásicos literarios y la cultura escrita en Occidente. Los saberes que pone en juego son aquellos que «por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial» nutren nuestras facultades espirituales y nos ayudan a «hacernos mejores»; léase bien, a hacernos mejores, no más ricos, ni avariciosos ni especuladores. Alguien dirá que ser mejores es tener más dinero; si lo dice, ya cayó en la trampa de la lógica mercantil. Y está claro que a nadie le molesta tener unos pesos de más, pero cuando estos se vuelven el fin único de la vida, la vida se vuelve un cálculo perpetuo y la persona, esclava de él.
Cuando leo las preocupaciones con que Ordine afronta los problemas de nuestro tiempo pienso en pasajes borgeanos como aquel de «El hombre en el umbral», donde se dice que «no hay generación que no incluya cuatro hombres rectos que secretamente apuntalan el universo y lo justifican»; matizando el misticismo inherente del relato, Ordine fue, como lo es Han en la actualidad, una de esas personas que en secreto y según otras líneas borgeanas, «están salvando el mundo». Aunque es cierto que careció de la importante condición para entrar en el selecto grupo de los justos: el anonimato, Ordine se valió de su reconocimiento para cumplir con su alto ministerio a favor de la cultura, los clásicos literarios y el arte, en oposición al utilitarismo radical, mercantilización y consumismo voraces en que se ha ido convirtiendo la existencia por estos días.
Vivimos en la tiranía de la utilidad, de la cifra, de la ganancia, del recaudo. Todas las épocas tienen sus crisis particulares (baste leer a Samuel Noah Kramer y sus tablillas sumerias de hace cuatro mil años para darse cuenta de ello) y la crisis de nuestra época es la «desertificación que ahoga el espíritu», la decadencia de las virtudes, porque no hay principio que no haya sucumbido a la tentación de una cuenta bancaria: «Es escandaloso ver cómo las grandes potencias se inquietan por un banal pozo de petróleo (fácil de reconstruir en cualquier otra localidad del mundo) y permanecen, en cambio, indiferentes ante la destrucción irreversible de la belleza» (Ordine, 2017).
A propósito de lo que dice Ordine de «defender la escuela y la universidad de la deriva mercantilista», no puedo más que recordar mis maestros en la Escuelita de María y su lógica empresarial: no tenía más objetivo este establecimiento que moldear piezas apenas útiles para la cinta transportadora de la industria y el mundo asalariado. Pensar allí era un acto de intolerable rebeldía. Ordine cuenta que siempre recomendó a sus alumnos «cultivar libremente sus intereses, sin dejarse influir por cálculos utilitaristas» argumentando que quienes siguen estas pasiones logran más realización que quienes estudian por la presión externa y las exigencias del medio (Aprendemos Juntos, 2019). Para esto recuerda la anécdota de un alumno de Euclides, el matemático de la Antigüedad, que al aprender su primer teorema preguntó: «Pero, ¿qué ganancia obtendré con esto?», ante lo cual el matemático hizo que le entregaran una moneda al estudiante, «que necesita sacar algún beneficio de lo que aprende» (2017).
Y no solamente tiene sentido el saber por el goce individual: «Sólo el saber puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común con los otros mis conocimientos sin empobrecerme»; el saber es «un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe» (2017), operación imposible en la dinámica de las cifras y los libros contables. En sus enseñanzas hay impreso un elogio de la lentitud que requiere el aprendizaje. El aprendizaje requiere lentitud, silencio y recogimiento, condiciones que por su profunda sencillez se convierten en lujos inaccesibles para nuestra época de la superficialidad, la rapidez y el afán de lucro, temas en los que el contrapunteo con Byung-Chul Han es perfecto.
«Renunciar a los saberes humanísticos» significa renunciar a la búsqueda de la propia libertad (2019), pero nuestra empobrecida sociedad actual no está preparada para esta conversación. La consecuencia: una colectividad agotada por el afán autoimpuesto, sumida en la depresión creciente que ni la terapia ni la falacia coaching pueden por supuesto resolver, porque son herramientas que adolecen de la misma banalidad de la sociedad que las creó. Es el equivalente a tratar de encalar con brochazos de actitud positiva, las columnas decadentes de la moral colectiva, socavadas por el espejismo del éxito.
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Bibliografía
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Agencias. 2023. «Muere Nuccio Ordine, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023». RTVE.es. 10 de junio de 2023.
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Aprendemos Juntos 2030, dir. 2019. Versión Completa: La utilidad de lo inútil en nuestra vida. Nuccio Ordine, profesor y escritor.
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Borges, Jorge Luis. 2017. Borges esencial. Edición conmemorativa. Madrid: Real Academia Española: Asociación de Academias de la Lengua Española.
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Ordine, Nuccio. 2017. La utilidad de lo inútil: Manifiesto. Epublibre.org.
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