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Señales de humo

[Crónica]

A la expectativa de humo blanco, no sólo los millones de católicos, de otros cultos y yo, esperábamos el nombre de quien regiría la herencia de los que inventaron el cristianismo. Ingenuo yo, como muchos mortales, busqué algunos datos sobre El Vaticano y sus papas: no por fe, sino por puro morbo cultural, que a veces es más devoto que el incienso.

Y encontré cosas sabrosas. Por ejemplo, el papa que menos duró fue Urbano VII: apenas 13 días en el trono sagrado, sin tiempo de calentar el asiento ni de ordenar un vino decente para la misa. Murió antes de la ceremonia de coronación, lo cual, en términos de eficacia divina, es una especie de récord inverso. A este paso, si lo hubieran elegido en Colombia, lo alcanzaban a tumbar con tutela.

En cambio, el que más tiempo duró fue Pío Noveno (o lo que es lo mismo: Pío Nono… sí, el que dio nombre al pionono que usted se come con leche), con 31 años de pontificado. O sea, tres décadas de infalibilidad declarada, dogmas nuevos y cero democracia en la curia. Si eso no es una dictadura celestial, que baje Dios y lo niegue (sin necesidad de consulta popular).

En cuanto a las reuniones para elegirlos —esas fiestas de sotana larga que llaman cónclaves— el más corto duró unas horas: en 1503, Julio II fue elegido casi tan rápido como los reality shows eliminan concursantes. Pero el más largo… ¡ay, Diosito! Tres años (1268-1271) encerrados en Viterbo, donde los cardenales tardaron tanto que les quitaron el techo y les racionaron la comida. Santo remedio: eligieron en una semana. Moraleja de la historia: el Espíritu Santo también responde bajo presión… o hambre.

Sobre los papas afrodescendientes, hay teorías sobre tres de los primeros papas —Victor I, Milcíades y Gelasio I— que, según algunos estudiosos, pudieron ser de origen africano. Pero, como en toda buena religión, si no hay retrato en óleo, no hay certeza. El Vaticano, muy blanco en sus decisiones y también en sus fotos, no ha confirmado nada. Uno sospecha que, si alguna vez hubo un papa negro, alguien lo pasó por cal viva en los archivos.

Y luego está la papisa Juana. Ah, la joya de la leyenda. Una mujer disfrazada de hombre que, según la tradición medieval, se convirtió en papa, pero no pudo ocultar por mucho tiempo su farsa, pues se le vino el bebé, que guardaba como grial en su abdomen, en plena procesión. El Vaticano, claro, lo niega con más fuerza que Pedro negó a Jesús. Para curarse en salud tras ese escándalo legendario, la Iglesia —que no cree en brujas, pero por si acaso…— habría implementado un curioso examen de admisión: la sedia stercoraria, una silla de mármol con un hueco en el centro. Ahí sentaban al papa recién elegido, y un diácono introducía la mano por debajo para comprobar que «todo estuviera en su sitio». Según la tradición, al tacto firme se le sumaba la liturgia oral: Duos habet et bene pendentes («Tiene dos, y cuelgan bien»). No es claro si se trataba de una verificación genital, una humillación ritual o un chisme convertido en rito. Lo cierto es que hay más de una silla con agujero en el Vaticano. Que cada quien saque sus conclusiones… o sus testículos.

Todo esto me deja una certeza: el humo no siempre es señal de divinidad. A veces es apenas eso, humo… para tapar. Mientras en Colombia los feligreses rezan y los políticos se persignan antes de robar, en Roma se reúnen a puerta cerrada para repartir poder con aroma a incienso y a euros. Y nosotros, pobres terrenales, seguimos leyendo el cielo, buscando señales de humo… como quien espera el milagro que lo sacará de la inopia, en una rifa. ¡Jmm! A propósito:

—¡Mija!, ¿ya echó el chance? Hay señales… hay señales…

HENRI GARCÍA JARAMILLO: En el año 2005 fundó el Taller de literatura El sueño del pino, con el que se han realizado eventos literarios nacionales e internacionales. Dirige, por tanto, el órgano de difusión del Taller, la revista literaria Alas de papel, que ya cuenta con nueve números. Sus escritos han sido publicados en varias antologías.
Además de varias cartillas educativas, ha publicado cinco libros de variados temas: Otra página en blanco, Imagenesis, De bolsillo, Él, que me habita y 52 viernes d’estos.

Así se refiere Henri a él mismo:
Nací en 1972 en un febrero tibio.
Profesor de escuela rural prefiero el verde más que el gris.
Poeta de pocas plumas he volado poco.
Pobre de nacimiento, mi riqueza es la familia y el firmamento.
Guerrero de la vida mi mayor temor es el olvido.

Cuando su columna Otra página en blanco aparezca en blanco, es porque a Henri se le olvidó respirar, o lo ahorcó un suspiro. Por lo pronto, catemos su palabra. ¡Salud!

  1. Hernan Echavarria Tabares

    Buen artículo.

  2. Luz Daris Torres

    Henry un excelente poeta, escritor, musico, pero por encima de todo un gran maestro que ha tenido la oportunidad de moldear en excelencia y perseverancia a muchas generaciones que han pasado por su escuela rural.
    Amigo, que la vida siga permitiendo el vuelo de tus grandes ideas y pensamientos.

  3. BUENAS buenas mañanitas..mis mejores maestro…cada viernes de vino te veo llegar a la cuna de maestros literatos de esos buenos que alegran la mañana cuando uno los le
    HECTOR GUILLERMO ATEHO……para mi siempre ha sido un honor vivir junto a la escuela cañaveral pues ahí tengo al profe que cada viernes vino pero los niños alumnos lo hacen quedar por el amor que el siente de su profesión pedagogía de noche pedagogía de dia

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