Portada del cuento La partida de José Luis Pemberty

La partida

[Cuento]

—¿Una partidita, Pacho?

La pregunta sabía que no iba a recibir una respuesta firme; desde hacía varios días, los hermanos Rodríguez no habían vuelto a tocar el tablero de ajedrez, aunque había estado adornando la habitación de Francisco desde el primer día de la hospitalización. Todos los días, cumplidamente, pasada la hora del almuerzo, Gonzalo proponía comenzar una partida; el ofrecimiento por lo general era aceptado, pero desde hacía una semana, Francisco había venido empeorando y la respuesta era siempre negativa.

En esta oportunidad, el rechazo quedó dicho solo con una sacudida de la mano que dejó el cuarto en silencio. Francisco se quedó dormido poco después de almorzar y Gonzalo se retiró temprano, a eso de las dos, para hacer algunas diligencias y poder volver antes de que terminara la hora de las visitas para despedirse de su hermano.

La imagen del hombre enjuto que iba cumplidamente a pasar los días con el enfermo de la habitación 1208 enternecía a las enfermeras; leía, jugaba al ajedrez, escuchaba la radio y charlaba siempre de forma animada con su hermano, al que cuidaba con esmero y, sobre todo, con cariño. Esa tarde, cuando lo vieron salir temprano, estuvieron algo sorprendidas, aunque dejaron que las saludara de forma jocosa, como de costumbre.

El anciano Francisco, sin embargo, no resistió toda la tarde, y cuando su hermano regresó, justo a tiempo para pasar algunos minutos con él antes de finalizar la hora de las visitas, se encontró con que estaban recogiendo el cuerpo muerto. «Una crisis repentina que desembocó en un infarto», eso fue todo lo que pudo recoger del largo discurso que el médico dio para explicarle la situación. La confianza que tenía con los empleados del hospital le permitió entrar a quedarse un tiempo en la habitación mientras que las enfermeras terminaban de ponerla en orden. Después de algunos minutos de meditar mirando a la ventana, Gonzalo comenzó en silencio a recoger las pocas cosas de su hermano que quedaban allí. Cuando llegó a la mesita sobre la que siempre estaba el ajedrez armado, notó curiosamente que un peón blanco estaba adelantado un par de casillas; sonrió a las fichas y comenzó a juntarlas para empacarlas.

Imagen creada con IA que ilustra a un hombre solitario jugando una partida de ajedrez.

Algunos días después de la muerte de Francisco, cuando ya había pasado el entierro y Gonzalo estaba comenzando a acostumbrarse a vivir solo y a recuperar sus hábitos de sueño y de alimentación, se dio a la tarea de ordenar la casa, limpiar un poco, comenzar a mirar las cosas que habían quedado de su hermano y pensar en reacomodar los muebles o, incluso, en una mudanza. Por el momento, tomó un trozo de tela para limpiar el polvo que se había asentado sobre las superficies en los días que había durado su corta depresión. Cuando estuvo en la sala, ante el tablero que había colocado en su sitio la misma noche de la muerte de su hermano, no pudo evitar notar que, de nuevo, un peón blanco estaba adelantado un par de casillas. La imagen le recordó la tarde en el hospital y lo llevó a pensar en los últimos días que había compartido con Francisco; la tristeza que había comenzado a reducirse lo invadió de nuevo y se desplomó en el sofá para llorar.

Pasado un tiempo de estar sentado con el rostro puesto sobre las rodillas y las manos rodeándole las piernas, cuando hubo llorado suficiente, Gonzalo bajó los pies y se acomodó con la cabeza hacia atrás. Buscando mirar por la ventana, volvió la cara hacia un lado y se encontró de nuevo con el juego; miró en silencio unos segundos y su expresión, de pronto, se convirtió en una sonrisa calmada. Se puso de pie, fue a la mesita donde estaba el tablero y, tomando una de las negras, realizó un movimiento. Se volvió para acomodar una silla; cuando se sentó y volvió a alzar la cabeza, otra de las blancas había hecho su avance.

Primer lugar en el Concurso Nacional de Escritura, del Ministerio de Educación de Colombia (2020).

José Luis Pemberty (Yarumal, 1996): Filólogo hispanista de la Universidad de Antioquia. Escribe cuento y poesía. Ha sido integrante asiduo del Taller de literatura El Sueño del Pino. En 2020 obtuvo el primer puesto en el Concurso Nacional de Escritura, promovido por el Ministerio de Educación de Colombia, con el cuento titulado «La partida». Ese mismo año publicó A Oscuras, su primer poemario. Sus textos han aparecido en diferentes revistas y antologías.